A. Guevara, D. García.
Actualmente y dentro de la sociedad en la que vivimos, la innovación en el campo del diseño de modas es un pilar fundamental, recordando también que es una de las industrias más fuertes alrededor del mundo.
Pero alguna vez no hemos preguntado “conscientemente”: ¿Qué cantidad de productos contaminantes están presentes en nuestra vestimenta y accesorios de uso diario y cómo repercute esto al daño medioambiental?
De esta forma en 2007 gracias a Kate Fletcher, profesora de Sostenibilidad, Diseño y Moda en el Centre for Sustentainable Fashion en Londres nace el término Slow Fashion o Moda Lenta que aparece “como una alternativa social y ambiental responsable que se mueve del paradigma de la cantidad hacia el de la calidad, aumentando el tiempo de uso de las diferentes prendas fabricadas”1 fomentando así, el uso de productos que no contaminen al ambiente y que en su mayoría sean biodegradables, algo completamente contrario a lo conocido en el modelo dominante también llamado: Fast Fashion o Moda Rápida que está “basada en los bajos precios, reducción del tiempo de uso de diferentes prensas generando un fuerte impacto social y ambiental”2.
La evolución hacia este tipo de moda en sus inicios no mostró acogida, pero, poco a poco fue ganando notoriedad y despuntó a nivel mundial tras el eco posterior a la tragedia sucedida con el derrumbe de la fábrica “Rana Plaza” en Bangladesh el 24 de abril de 20133.
Entre el 2000 y 2014 la industria textil se encontró doblando su producción, esto estuvo reflejado en el gasto total realizado por sus consumidores con un incremento considerablemente hasta superar los 10 billones de dólares en 2014.
En promedio, el consumidor estándar en la temporada de estudio compró un 60% más de ropa y se deshizo de ella más rápido que hace 15 años.4
Así como el "sobreconsumo" de ropa incide en que sea necesaria la aplicación de un modelo que permita un gasto más responsable tanto con nuestro planeta como con las personas que lo habitan. Las críticas se han centrado en los tres ámbitos que se incluyen dentro del desarrollo sostenible tanto, social como económica y ambientalmente: la explotación laboral, daños ambientales y el gasto innecesario de recursos naturales e incremento de residuos.
Ahora, dentro de nuestro contexto cantonal (Ambato), también es palpable esta problemática acarreada por la industrialización que aún no aplica al cien por ciento las normativas de cuidado ambiental, la moda continúa produciéndose masivamente pues, las empresas de este sector apuestan a la producción en cantidad que de la misma forma que en otras partes del mundo, generan un gran nivel de contaminación.
Natalia del Carmen Villalva, Ingeniera en Procesos y Diseño de Modas realizó la investigación respectiva acerca de este tema a nivel local con la intensión de enfocarse en solventar la necesidad del surgimiento de una moda sostenible como alternativa que contribuya a preservar los recursos ambientales, transformando la forma de producción que manejan las diferentes empresas que conforman el clúster textil del cantón.
Se analizó el proceso de transformación de la moda sostenible como una macro tendencia social con el propósito de transformar las prácticas actuales de la industria textil de un sistema insostenible a uno sostenible.
Entre los resultados obtenidos se determinó que las empresas del cantón Ambato tienen un desarrollo potencial con sus productos y se encuentra en proceso de adaptación hacia la moda lenta, además que los consumidores están transformando su idea de que toda prenda se debe desechar al poco tiempo.
En nuestro medio, el sistema debe considerar que la industria textil es la segunda más contaminante del planeta. De esta forma se ubicaría entre las prioridades de cambio, el sistema de la moda actual y su adaptación a una moda sostenible como la alternativa que facilite el proceso de utilizar/ reutilizar materia prima que aporte de cierta forma a la preservación del medioambiente.
Consideramos al eco-diseño como una de las opciones más acertadas en la búsqueda de transformación puesto que, nuestros hábitos de compra representan un impacto que, por mínimo que sea, afecta notablemente a la conservación de la biosfera y la equidad social, para ello hay que replantearse el actual paradigma de la rapidez e inmediatez de promover “lo lento” y consciente.
Referencias:
1 Libro de actas. II Congreso Internacional Online sobre Economía, Empresa y Sociedad. Pg: 13. Volumen 55 de Economía, Organización y Ciencias Sociales. Varios autores Editor: 3Ciencias (2019).
2 Libro de actas. II Congreso Internacional Online sobre Economía, Empresa y Sociedad. Pg: 13. Volumen 55 de Economía, Organización y Ciencias Sociales. Varios autores Editor: 3Ciencias (2019).
3 Grandes historias 2013: el derrumbe en Bangladesh que sacudió la industria textil. Reportaje completo: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/12/131127_grandes_historias_2013_edificio_bangladesh_yv
4 Diddi, S., Yan, R., Bloodhart, B., Bajtelsmit, V., & McShane, K. (2019). Exploring young adult consumers’ sustainable clothing consumption intention-behavior gap: A behavioral reasoning theory perspective.Sustainable Production and Consumption,18, 200-209. Recuperado de: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S2352550919300028
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